Sabías que el lenguaje no solo es una herramienta poderosa de comunicación y expresión personal, sino que también puede ser un indicador revelador de múltiples aspectos de la identidad de un individuo, incluidos su origen étnico, estatus socioeconómico, cultura, edad, y hasta cierto punto, su fisonomía. Veamos a continuación cómo esta capacidad del lenguaje para desvelar tanto sobre nosotros es aprovechada en campos como la criminología y la psicología forense, donde especialistas utilizan el análisis del lenguaje para perfilar y entender mejor a las personas.
El Lenguaje y la Identificación Personal
Alguien ha dicho que el lenguaje es como un ADN verbal, nunca miente. Al hablar estamos dando señales inequívocas de quiénes somos.
Origen Étnico y Cultural
Las variaciones dialectales, el acento y el léxico pueden indicar el origen étnico o cultural de una persona. Por ejemplo, el uso de ciertas palabras o frases específicas puede revelar que alguien creció en una región particular o dentro de una comunidad cultural específica.
Ejemplos:
Una persona que usa el término «vos» en lugar de «tú» para la segunda persona del singular puede indicar que es de Argentina o de ciertas partes de Centroamérica.
El uso de «coger» con el significado de «tomar» o «agarrar» puede sugerir que alguien es de España, mientras que en Argentina este término puede tener una connotación sexual.
La palabra «chamo» para referirse a un joven podría señalar que alguien es de Venezuela, mientras que «guagua» para autobús podría indicar que la persona es de las Islas Canarias o de Cuba.
Estatus Socioeconómico
La elección de palabras, la complejidad de las oraciones y el dominio de un lenguaje formal versus informal pueden dar pistas sobre el nivel educativo y el estatus socioeconómico de una persona. Ejemplos:
Un español más neutral y la ausencia de regionalismos pueden indicar una persona que ha recibido educación formal o es consciente de los contextos en los que se comunica, lo que puede ser un indicador de un cierto nivel socioeconómico.
El uso de un lenguaje técnico o académico, como términos legales o médicos especializados, puede sugerir un nivel educativo más alto.
Edad
El lenguaje también cambia con las generaciones. El vocabulario, la jerga y las referencias culturales pueden indicar la edad de una persona o al menos la generación a la que pertenece. Ejemplos:
El uso de palabras como «alucinar» en el sentido de «impresionar» o «flipar» puede ser más común en generaciones jóvenes, mientras que «órale» podría ser más frecuente en generaciones mayores dentro de la comunidad mexicana.
Los jóvenes pueden usar términos como «crush» (aunque es un anglicismo) para referirse a una atracción romántica, mientras que alguien mayor podría usar «pretendiente» o «galán».
Fisonomía
Aunque más sutil, la forma en que alguien habla puede dar pistas sobre su fisonomía. Por ejemplo, ciertas características vocales pueden sugerir la edad aproximada, y la salud física general puede influir en la energía o la vitalidad percibida en la voz de alguien. Ejemplo: Una voz más aguda y clara podría sugerir una persona más joven, mientras que una voz ronca y temblorosa podría indicar a alguien mayor.
Y si nos fijamos en salud está claro que una persona con una voz energética y vigorosa puede transmitir un sentido de buena salud y vitalidad, mientras que una voz débil puede sugerir lo contrario.
Uso Policial del Análisis del Lenguaje
En la aplicación de la ley, el análisis del lenguaje se ha convertido en una herramienta valiosa. Los perfiles lingüísticos pueden ayudar a las autoridades a reducir la lista de sospechosos identificando características específicas de un individuo basadas en comunicaciones escritas o grabadas. Los especialistas en lingüística forense examinan cartas de amenaza, mensajes de redes sociales, y transcripciones de llamadas para identificar patrones únicos de habla o escritura que puedan vincularse a un individuo específico.
Detección de Mentiras y Análisis del Lenguaje
La detección de mentiras a través del análisis del lenguaje se basa en la premisa de que las mentiras requieren un esfuerzo cognitivo mayor que la verdad, lo que se refleja en la complejidad lingüística, las pausas, las evasiones y las inconsistencias en el relato. Los expertos buscan cambios en la voz, la velocidad del habla, y el uso de negaciones y explicaciones innecesariamente complejas como posibles indicadores de engaño. Y si eso nos descubre el lenguaje oral, el lenguaje corporal puede ayudar aún más. Para descubrir si el interrogado está mintiendo se suelen observar ocho señales:
- Compresión de labios. Se suele producir cuando algo negativo está sucediendo (un juicio, por ejemplo). …
- Taparse la boca. …
- Tocarse el cuello. …
- Movimiento de partes del cuerpo. …
- Cuando la sorpresa no es real. …
- Frotarse los ojos. …
- Tocarse la nariz. …
- Bajar o esconder los pulgares
Apoyando lo que nos descubre la lingüística, las policías tienen a disposición las llamadas máquinas de la verdad o polígrafos. Generalmente registra las variaciones de la presión arterial, el ritmo cardíaco, la frecuencia respiratoria, estímulos nerviosos y la respuesta galvánica o conductancia de la piel, generadas ante determinadas preguntas que se realizan al sujeto sometido a la prueba. O sea nuestro cuerpo también habla por si solo más allá de las palabras que proferimos oralmente.
Integrar el análisis del lenguaje en la evaluación de la identidad y la detección de mentiras refleja la complejidad y la potencia del lenguaje como ventana a la psique humana. Aunque el lenguaje puede ser manipulado para ocultar la verdad, también ofrece innumerables pistas que, interpretadas correctamente, pueden revelar mucho más de lo que el hablante pretende. Esto subraya la dualidad del lenguaje como un reflejo de la identidad personal y una herramienta en el descubrimiento de la verdad en contextos tanto personales como legales.
